Existe un importante debate acerca de si las personas podemos o no cambiar.
Mientras unos opinan rotundamente que las personas nunca cambian, otros afirman que las personas sí podemos cambiar.
Y la verdad es que percibo que hay mucha discusión al respecto.
De hecho debo reconocer que yo misma me he hecho esta pregunta a lo largo de mi vida y, es más, debo confesar que yo misma decía que las personas en el fondo nunca cambian. No obstante, esa “verdad” que sostuve durante mucho tiempo cayó por su propio peso a medida que yo misma empecé a cambiar radicalmente.
Os puedo asegurar que SÍ,
las personas pueden cambiar Y MUCHO.
Es más, a aquellas personas que estéis leyendo esto y aún penséis que las personas no cambian os invito a que formuléis la pregunta respecto a vosotros mismos. Es decir, pregúntate “¿yo puedo cambiar?” Probablemente respondas que sí.
Ahora bien, os aseguro otra cosa, es imposible que hagamos cambiar a alguien. Es esa persona la que tiene que desear y estar dispuesta a cambiar. Tiene que tener esa NECESIDAD. Nunca nadie va a cambiar “por ti”.
De hecho, durante mucho tiempo (especialmente durante la adolescencia) mi entorno y especialmente mis padres me insistían constantemente en que tenía que cambiar porque me estaba focalizando en los problemas que tenía sin observar todas las cosas positivas que también me rodeaban y ello me estaba consumiendo. Me forzaban a ir a terapias, me daban los mejores consejos etc. pero ello no servía de nada más que para reforzar mi idea de “la gente es como es y yo soy así y no voy a cambiar”.
No fue hasta el dia en el que YO MISMA, insisto, YO MISMA, dije “Hasta aquí” “QUIERO CAMBIAR” que ese cambio no se empezó a producir y os aseguro que que Sí se puede cambiar. Obviamente no se produce de la noche a la mañana pero con el tiempo y voluntad se puede pasar prácticamente de negro a blanco.
Así, tras quizá más de 20 o 30 años siendo de un determinado modo pues va a ser francamente difícil cambiar pero ES POSIBLE.
¿Cómo se hace?
Lo fundamental es identificar muy bien QUÉ QUEREMOS CAMBIAR. Por ejemplo, dejar de ser NEGATIVO, dejar de ser TÍMIDO, dejar de ser EGOÍSTA, etc. y pensar cómo nos gustaría pasar a ser o sustituirlo. Por ejemplo, ser más POSITIVO, ser más SOCIABLE, ser más EMPÁTICO…
Una vez tenemos claramente identificado qué queremos cambiar y por qué otra atribución lo queremos cambiar debemos fijarnos mucho en nuestro día a día para identificar cuándo aparece esa NEGATIVIDAD, TIMIDEZ, EGOÍSMO o lo que sea que queramos cambiar para parar y preguntarnos “¿cómo actuaría alguien POSITIVO, SOCIABLE o EMPÁTICO aquí?” y, enseguida, pasaremos a actuar de ese modo.
Al principio nos parecerá muy forzado pero poco a poco, nos daremos cuenta de que empezamos a comportarnos de modo distinto y cada vez, con paciencia, comprensión y práctica, ello se irá convirtiendo en nuestro nuevo patrón.